Honestamente, no sé cuál es la diferencia entre tener una ruptura con alguien que oficialmente ha sido tu pareja y tenerla con alguien con quien pretendías lo fuera. Creo que el dolor en tu corazón tal vez es el mismo, las preguntas en tu mente pueden sonar diferente, pero aun así son preguntas en tu mente y bueno, lo quieras o no, llorar se hace inevitable.
En medio de todo te preguntas qué haces mal, por qué la historia vuelve a repetirse una y otra vez, por qué permites que te lastimen o por qué tú misma te lastimas. Más allá de pensar en una persona en particular, ves toda una cadena de las mismas desgracias, una y otra vez la misma situación y obviamente terminas por creer que hay algo en ti que no está bien. Sientes que no mereces ser amada, pero lo que más te duele es pensar eso, cuando sabes que tu valor y el amor verdadero lo encuentras solo en Cristo.
Cuando de pureza se trata podríamos pensar que simplemente consiste en el estado de una persona que NO ha tenido relaciones sexuales, reduciendo la pureza a una mera abstinencia. Pero puedo decir con total franqueza que en mis 29 años de guardarme virgen hasta el matrimonio, la parte más fácil ha sido la abstinencia. Porque a decir verdad, la pureza es mucho más que no tener relaciones sexuales.
¿Qué es entonces la pureza? Tal vez nos ayude pensar que el llamado de Dios a que vivamos en pureza es un llamado a vivir en santidad EN TODA NUESTRA MANERA DE VIVIR, no solamente en nuestra sexualidad. Sin embargo, tanto la pureza como la santidad las hemos visto solo como una lista de cosas de qué no hacer para alcanzar ciertos estándares religiosos. Y algo que he aprendido es que cuando decimos No a algo, entonces estamos diciendo sí a otra cosa. Así que la pureza no se trata solo de DESECHAR (decir No a muchas cosas), sino también de DESEAR (anhelar y decir Sí a otras cosas).
Todo esto me hace pensar en la historia de Sansón. Él era un nazareo y ello significaba que debía cumplir ciertos requisitos religiosos como no tomar vino, no cortar su cabello, etc. Pero el problema de Sansón era que vivía de una pureza externa de cumplir y aparentar, pero su corazón no era puro, pues aún deseaba cosas de su vana manera de vivir. Cuando deseamos vivir en santidad en toda nuestra manera de vivir, entonces desecharemos cosas de nuestra vana manera de vivir según la carne.
Queridos amigos que me leen, si tu anhelo, al igual que el mío, es vivir en pureza para el Señor en un mundo cada vez más hostil, no basta solamente con guardarte puro hasta el matrimonio, es necesario que guardemos puro nuestro corazón. Por algo la Biblia es tan enfática en que guardemos nuestros corazones y no solo nuestra virginidad. Porque nuestro corazón es engañoso y perverso, así que nuestra lucha es contra él, que parece un caballo suelto cuando de despertar emociones se trata. Nuestra mejor decisión será tomar las riendas y entregárselas al mejor jinete: Dios.
Proverbios 23:26 dice: Dame, hijo mío, tu corazón. Dios no pide nuestros corazones porque sean algo hermoso que podamos entregarle. Él pide nuestros corazones -entendiendo corazón como nuestro ser: emociones, sentimientos y voluntad-, porque sabe que no somos buenos administradores de ellos. Sabe que dejarnos llevar por él puede ocasionar heridas irreparables cuando fallamos en nuestro anhelo de vivir en pureza para Él.
La vida cristiana no es de cumplir y aparentar, es de ARREPENTIMIENTO Y FE cada día, en cada asunto de nuestras vidas. Visto de otra manera, estamos en una lucha constante contra nuestro propio corazón, contra nuestra propia carne, por intentar agradar al Señor en esta batalla por la pureza. Que nuestra mayor lucha sea la batalla por una pureza interna del corazón que viva constantemente deseando agradar a su Señor, y no simplemente desechando, sino que desecha como consecuencia de su deseo por agradarle solo a Él.
Artículo escrito por Dazuly // Redacción Purex en Español