“Querido tú,
No sabes con cuánta ilusión una mujer decide intentar conocer a un chico con la intención de llegar a ser algo más. Literalmente, sientes como si el corazón saltara. Son las mismas rutas al trabajo, es la misma rutina del día a día, pero dentro de ti sientes que algo ya no es igual.
Por momentos tu mente viaja, y a veces muy lejos, imaginando palabras bonitas que dirás en el momento correcto, o imaginándote frente a él en un altar. Sientes que no hay barreras y crees estar segura de la decisión que tomaste de dar un paso más, después de todo, ya ha pasado un año de amistad sincera, y te alegras porque si lo que has visto de él hasta ahora te ha gustado, añoras convencerte cada vez más de que él es el indicado.
Te esfuerzas por estar pendiente de los detalles de lo que él te cuenta, por retener nombres: los de sus familiares, los de su trabajo, sus lugares, sus gustos, sus luchas. Cualquier cosa insignificante que él haga, como escribirte para darte los buenos días, te hace sentir que vas por buen camino, y entonces te ves en la obligación de compartirlo con tus mejores amigas. Ellas se alegran contigo, porque saben por todo lo que tu corazón ha tenido que pasar y que quizá intentarlo con alguien es un gran paso. Y, a decir verdad, se alegran porque ellas pueden ver lo feliz que tú estás.
De repente, parece que algo dejó de funcionar bien, es difícil saberlo detrás de unas letras, pero en el fondo sabes que algo está mal, pero al mismo tiempo piensas que son tus pensamientos y que quizá son solo cosas tuyas, pero aun así no te quedas con la duda y entonces le preguntas. Bueno, no preguntas realmente lo que deseas preguntar (¿qué te pasó?, ¿qué hice mal?), pero preguntas cosas que te lleven a hallar la razón de por qué de un momento a otro sientes un muro, sientes que te trata peor que a una desconocida. Sin embargo, no hallas respuesta.
Lees conversaciones antiguas y revives lo que ellas te hicieron sentir, las palabras y audios bonitos que te envió y optas por pensar que definitivamente son tus pensamientos y no la realidad. Él te llama, pero tampoco te dice lo que quiere decirte, te dice cosas que piensa te harán asumir lo que él realmente te quiere decir (que ya no desea continuar conociéndote) porque teme que no sepa cómo decírtelo y entonces te haga sufrir, pero de este modo toma el peor camino del sufrimiento… el de la indiferencia, el de desaparecer sin decir nada…
Puedes hacer cualquier cosa para intentar llamar su atención, pero él simplemente decide nunca más escribirte, se marcha sin decir adiós. Y entonces, sientes rabia, mucha rabia, pero tu rabia no es con él y con la forma en la que ahora te trata, tu rabia es contigo porque, aunque querías no hacerte ilusiones, terminaste haciéndotelas. Pasan los días y cada vez más preguntas pasan por tu mente, lo ves en sus redes sociales llevar una vida normal, su ausencia no es debido a nada más que desinterés y cobardía de decirte la verdad.
Te llenas de rabia, quisieras llamarlo y decirle muchas cosas desde tu corazón dolido y hacerlo sentir al menos un poquito como tú te sientes. Ya un poco más calmada, luego de su desaparición, le escribes, esperando cerrar el ciclo, esperando que no te duela y sanar, pero entonces ahí sí aparece, te dice todo lo que debió decirte mucho antes. Se escuda en el miedo de que tú lo hagas sufrir, sin importarle cuánto él ya te hizo sufrir a ti. Se escuda en pretender una vida perfecta antes de intentar algo con alguien, como si eso fuese posible. Se escuda en que intentó decirlo, pero realmente nunca lo dijo. Te pide disculpas, mil veces disculpas, como si eso aliviara un corazón roto, dolido, mil pensamientos negativos, lágrimas, muchas lágrimas en los ojos”.
Quizá esta historia se te haga familiar, y puede que tú también hayas sido víctima de GHOSTING o lo hayas practicado alguna vez. Honestamente, yo tampoco sabía que aquello que había vivido se llamaba así. El ghosting, que desde el inglés podría definirse como «hacerse el fantasma«, no es más que la cruel manera de terminar una relación en la era digital, marcharse sin decir adiós, sin justificar su ausencia o los motivos por los cuales se desea terminar la relación.
Como cristianos, somos conscientes de que no todas las relaciones de cortejo o noviazgo terminarán en un matrimonio, y eso podemos entenderlo, pero lo que no está bien es NO actuar con madurez y claridad al NO comunicarle a la otra persona el deseo de NO continuar más con la relación.
¿Qué hacer si has sido víctima de ghosting? Creo que es sano asumir que tu corazón está en un proceso de duelo. Sé que tu mente pide respuestas, y quizá el pensamiento con el que más luches sea con creer que tú eres culpable de su ausencia, o que eres insuficiente o que algo en ti está mal. No podemos evitar tener esta clase de pensamientos, pero lo que sí podemos hacer es reemplazarlos por la verdad del Evangelio. Ser víctimas de ghosting es una oportunidad de acercarnos a Cristo, reconocer el valor que tenemos en Él, llevar a Él todo nuestro dolor y rabia, y permitirle que Él vende nuestros corazones heridos (Salmos 147:3).
¿Qué hacer si has practicado el ghosting alguna vez? El ghosting no solo lo sufre quien lo recibe, sino también quien lo practica. Es probable que la culpa y el remordimiento invadan tus pensamientos. Pedir perdón a quien lastimaste y reconocer tu error delante de Dios y de quien heriste, es algo valiente y valioso. Ora a Dios para ser moldeado cada vez más a su Hijo, y aférrate a la gracia y el perdón del Padre.
Es cierto que en nuestro proceso de santificación lucharemos con prácticas como esta, y por eso, nuestra oración debe ser que podamos amar a Dios y amar a nuestro prójimo correctamente, que podamos ser instruidos por Dios en cómo tener relaciones sanas y que den gloria a Él, aún si son relaciones que caducarán.
Artículo escrito por Dazuly // Redacción Purex en Español