Es común escuchar consejos antes de tener una pareja. Muchas veces incluso son esos consejos los que terminan siendo determinantes a la hora de inclinarnos por alguien. Pero, ¿has notado la cantidad de veces que esos consejos son sobre la persona con la que estás saliendo, pero no son sobre ti? ‘Es muy joven para ti’, ‘es muy inmaduro para ti’, ‘deberías esperar a que ella dé fruto’, ‘acabó de salir de una relación, dale tiempo’, ‘no está listo, es mejor esperar’. En estos comentarios que solemos recibir, pocas veces hemos escuchado algo que haga referencia a nosotros. Y no es que esté mal que pidamos segundas opiniones sobre otras personas, pero sería mucho más provechoso si aprendiéramos a pedir segundas opiniones sobre nosotros.
La carta de Santiago tiene una analogía extraordinaria, adelantada a su época. El autor compara a aquel hombre que busca segundas opiniones en la Biblia -aquel que lee las Escrituras- con aquel que se ve a un espejo. La primera lección aquí es que la Biblia es nuestro espejo, el mejor reflejo de lo que somos y al mismo tiempo de lo que debemos y llegaremos a ser; es la mejor segunda opinión que podremos jamás recibir, después de todo es ella la que examina los rincones más profundos del corazón, y aún en esos lugares en donde nos mentimos a nosotros mismos, ella nos muestra la verdad. Sin embargo, la analogía no termina ahí, Santiago nos dice que aquel hombre que recibe el consejo de las Escrituras, pero no lo lleva a la práctica, es como ese hombre que una vez habiéndose visto en el espejo, se va, y se olvida de cómo es. Y es que nosotros, como unos magos, logramos que el espejo de la Biblia que menciona Santiago, termine apuntando a otro lado -a los demás-, a las personas de quienes creemos necesitar una segunda opinión. El problema es que nosotros no podemos conocer el corazón de otros, pero sí el nuestro. Una vez habiéndonos olvidado de cómo somos, pensamos que no necesitamos escuchar segundas opiniones sobre lo que debemos tratar antes de involucrarnos con otra persona.
Un mal noviazgo no es necesariamente uno en el cual nos involucramos con la persona incorrecta, con la que tiene vicios o busca un camino separado de Cristo. Lo que no nos dicen del noviazgo, es que nosotros también podemos ser la persona incorrecta. Lo somos si nos involucramos con alguien sin haber sanado respecto a relaciones pasadas, lo somos si tenemos aún ideas distorsionadas del amor, lo somos si esperamos que la otra persona nos dé lo que solo Dios puede darnos; lo somos si nos involucramos por no sentirnos solos o por mera atracción física, lo somos si tenemos malos hábitos y vemos a la otra persona como un objeto, lo somos si le damos más importancia al progreso material sobre el espiritual, etcétera.
¿Cómo cambiarían las cosas si escucháramos segundas opiniones de este tipo? ‘Eres muy joven para …’, ‘eres muy inmaduro para…’, ‘deberías tú esperar a dar fruto’, ‘acabas de salir de una relación, debes darte tiempo’, ‘no estás listo, es mejor esperar’. ¿Notas la diferencia cuando esperamos segundas opiniones sobre nosotros mismos? Somos muy buenos engañándonos cuando se trata de obtener lo que queremos, por eso Santiago es enfático en que “recibamos la palabra con humildad”… tan difícil muchas veces de lograr.
¿No te reconoces? A lo mejor has mirado al espejo y te has ido, has escuchado las segundas opiniones sobre otros, pero no sobre ti mismo. Ve a la Biblia, la opinión más importante, la que debería ser realmente la primera, incluso por encima de lo que tú puedas pensar sobre ti mismo, es la opinión que viene de Dios. Él ve lo que ocultas, Él incluso ve lo que tú no sabes que está ahí, Él te dirá lo que necesitas oír, aunque no quieras escucharlo. Pero la humildad hará que puedas mirarte al espejo y reconocerte, escuchar Su consejo y llevarlo a la práctica, hará que las dudas sobre otros dejen de ser relevantes y empieces a trabajar en las dudas sobre ti. Y ahí, en el momento en el que te encuentres en el camino correcto, será más sencillo para ti saber si una relación vale la pena.
Artículo escrito por David // Redacción Purex en Español