¿Alguna vez te ha pasado que pierdes una cosa y de repente te das cuenta de lo importante que era para ti?
A mí me pasó y fue terrible. Era un libro que por meses y meses había dejado sobre mi escritorio y precisamente cuando inicié a leerlo, lo perdí. El hecho es que cuando me di cuenta de que faltaba ya era muy tarde porque, incluso volviendo al lugar donde lo había olvidado (en pijama porque era de noche cuando me di cuenta), ya no estaba allí. Volví en la mañana para buscar mejor, pero la única cosa que encontré fue una hoja que había dejado entre las páginas. Me importaba mucho, o eso era lo que creía porque, después de esto, me di cuenta de que en realidad no me gustaba tanto como pensaba; basta pensar que pasaron horas y horas antes de que notara lo que había sucedido.
Éste es solamente un ejemplo de cómo a veces nos relacionamos con las personas, nuestros amigos o los que hacen parte de nuestro círculo estrecho de contactos; por lo general, nos damos cuenta del valor de los demás o de cuán importantes pueden ser, solamente cuando los perdemos, y a veces, cuando esto pasa no siempre tenemos la oportunidad de remediarlo.
El problema es que vivimos como si estuviéramos dormidos, y haciéndolo, damos por hecho la presencia de las personas sin darnos cuenta de que lentamente las estamos alejando, hasta que algo nos sacude con fuerza para despertarnos. Pero también muy seguido, nos volvemos a dormir como si no hubiera pasado nada, como si fuera solo un sueño, hasta que después su ausencia empieza a sentirse tanto como para hacernos ver la realidad.
Intenta imaginar por un instante que las personas con quien hablas todos los días en WhatsApp desaparecen para siempre de tu vida; no podrás volver a verlas, no podrás hablar con ellas de nuevo, ¿qué te haría falta de ellos?, ¿qué perderías sin ellos?, ¿es raro, cierto? Sin embargo, es interesante; reflexionarías sobre su valor, sobre la importancia que efectivamente les estás dando y tal vez sobre el hecho de que no se lo has dicho nunca o, si lo has hecho, quizá habrías aprovechado para demostrárselo mucho más.
Con nuestros amigos más íntimos, pero también en las relaciones en general, es necesario compartir, declarar las cosas que apreciamos el uno del otro y las cosas que nos harían falta de ellos; en realidad, son precisamente las cualidades lo que amamos y que cada día podemos recalcar en las personas. Lo que perderíamos sin ellos puede convertirse en lo que más amamos de ellos.
Vive plenamente tus relaciones cada día, instante por instante, no como si fueran indispensables sino como lo que son en realidad: un regalo. Comunica a cada persona el valor que tiene para ti, y después de eso, no te duermas dando de nuevo por hecho que la tienes, en cambio continúa valorándolas. Sé agradecido por lo que son para tu vida, pero no seas solamente consciente, no lo pienses y ya, ¡díselo! ¡No te vas a arrepentir!
Artículo de Francesca // Redacción Purex
Traducido por Aurora // Purex en Español