¿Alguna vez han soñado con ese mundo perfecto en el que cada quien vive de acuerdo a sus deseos y tiene la libertad de dejarse llevar por lo que se le ocurre? Espero que no, porque ese mundo de perfecto no tiene nada. Inevitablemente, esto de ‘dejarnos llevar’ termina afectando a la gente a nuestro alrededor, y contrario a lo que esperaríamos, podría perjudicarnos a nosotros mismos. Los vientos de la nueva era insisten en que la libertad está ligada a la ruptura de las estructuras que se han establecido en el pasado y a la oportunidad de pensar lo que queramos así esto no concuerde con la realidad.
Con este contraste entre la realidad y la ficción, inicio este discurso sobre la teoría de la identidad de género, según la cual el género de una persona no está ligado ni vinculado al sexo con el que nace. Además, es el rechazo del esquema binario que desde el inicio de los tiempos fue establecido (hombre y mujer), y que hoy se mira como una construcción artificial y arcaica que no nos permite ‘ser nosotros mismos’. Sí, aboga por ese derecho de despertar mañana sintiendo que eres un dálmata o un árbol, y tú… ¿quién quieres ser hoy?
En lo personal, creo que saber quién soy determina la forma en la que afronto la vida. Todos los días aprendo, fallo, crezco, y creo que mi carácter se forma a diario, pero no mi identidad. Ésta fue establecida por mi Dios que me conoce desde antes de nacer y no la construyo con el paso del tiempo, ¡simplemente la descubro cada día más! Pienso que cuando no estamos satisfechos con la forma en la que fuimos creados, llegando a rechazar nuestro propio sexo, estamos rechazando el diseño divino y distorsionando la imagen de Dios que cada uno de nosotros porta.
Y además me pregunto, ¿cuál es el problema con el esquema binario? Entre más miro a mi esposa más me alegra que el Señor nos haya creado iguales ante él, pero con sexos diferentes. Alguien tenía que contrarrestar mi mente calculadora, y ayudarme a perder el control de vez en cuando para disfrutar más la vida. Alguien tenía que ser la parte tierna y compasiva de nosotros, mientras yo mantengo el timón racional que nos permite pensar con cabeza fría. Tanto el hombre como la mujer poseen características particulares que reflejan el carácter de Dios de acuerdo a su propio género, y así, son dos seres diferentes pero complementarios que juntos reflejan la gloria de Dios.
Pero algunos a este punto están molestos por el tinte religioso, así que pongamos un poco de orden, y vamos a la ciencia: el sexo viene establecido biológicamente, no se descubre a partir de dinámicas sociales. Cada una de nuestras células viene marcada con los cromosomas sexuales XX o XY, así que cada célula de tu ser grita que eres un hombre o una mujer, no tenemos células confundidas, y tus cromosomas no están esperando que crezcas para decidir qué serás un día. No hay cirugía, no hay ley, no hay cultura, ni movimiento que pueda cambiar el ADN que contiene tu información genética.
Se conoce como ideología de género precisamente porque es una ideología, es decir, no está basada en la ciencia. De hecho, es una de esas teorías que brilla por sus vacíos científicos y que difícilmente flota pues carece de una base sólida. Es un engaño que contradice el diseño divino y deja a la deriva al ser humano en el descubrimiento de su identidad, pues lo lleva a buscar en la dirección equivocada y lo encamina a una teoría sin fundamento. Simplemente somos hombres y mujeres desde el momento de nuestra concepción y aprendemos a asumir nuestra identidad sexual (ya establecida) a lo largo de nuestra vida.
“En cuanto a la idea de una separación entre el sexo biológico y la identidad de género, negar que la estructura genética, hormonal y neurobiológica pueda tener una influencia a priori respecto a aquella ejercitada por la sociedad sobre el desarrollo individual, significa ver sólo lo que se quiere ver. Hace mucho que se reconoce el rol de la interacción entre factores genéticos/biológicos y ambientales en la estructuración de la personalidad, y fingir que la biología no tenga ningún rol en la determinación de la estructura psíquica de los individuos, es al menos bastante ingenuo”, diría Thomas de nuestra redacción Purex en italiano.
Sin embargo, no quiero que me tomen como indolente frente a quien se ha encontrado en este laberinto psicosexual, pues lo considero doloroso y resultante de una serie de sucesos que tal vez nadie escogió vivir. Además, me duele el manejo actual del tema al someter a tantos niños a las pruebas-error de los adultos que en su afán de sentirse bien consigo mismos pretenden exponerles a explicaciones, enseñanzas y comportamientos que no deberían asumir.
Pero de Cristo aprendí que la Verdad nos hace libres, y por eso creo que tenemos que exponerla. Creo también que no hay acertijo que Él no resuelva, o laberinto en el que no pueda guiarnos hacia la salida. La libertad que hoy tengo en Él no es la de hacer con mi vida lo que se me antoje, pues la experiencia me ha mostrado que mis antojos se han atrevido a hacerme daño, sino la de conocer directamente de Aquel que me creó, esa identidad que pensó para mí y cuyo descubrimiento me permite vivir esa vida abundante que Él ha decidido entregarme. Nunca tendrás mejores ideas que las de Dios.
Artículo escrito por Julián // Redacción Purex en español