Las desilusiones amorosas están a la vuelta de la esquina, y aunque es fácil y rápido entrar en ellas, salir de estas no siempre lo es. Y cómo no, si entregamos nuestro corazón, nuestro tiempo, nuestras palabras, nuestros recursos y mantenemos una ilusión con el fin de recibir lo mismo a cambio. Cuando esto no sucede, terminamos desilusionadas y tratando de saber qué fue lo que hicimos mal, aunque posiblemente no hayamos hecho nada malo.
Puedes terminar desilusionada por un fracaso en el noviazgo, una promesa rota, un amor no correspondido, etc.; sin importar cuál sea el motivo, siempre duele, en algunas ocasiones más que en otras. Y particularmente a las chicas nos es difícil salir de esto. Es por ello que aquí te dejo cinco consejos que pueden serte útiles si estás pasando por una de estas situaciones, o tienes amigas que necesitan ayuda.
- Reconoce el problema, pero no te centres en él.
Este consejo parece “obvio”, pero es necesario que reconozcamos y seamos plenamente conscientes de lo que ha pasado y cómo esto nos ha afectado. Que nos demos la oportunidad de expresar nuestros sentimientos de dolor, frustración, decepción, tristeza y todo aquello que estemos sintiendo, ya que esto hace parte del proceso de sanidad y es un momento que debemos vivir.
Sin embargo, también es necesario que entendamos que esa desilusión amorosa no es toda nuestra vida y que no todo gira en torno al romance. No podemos volver esto el centro de nuestros días y tampoco el centro de nuestras conversaciones. Estar recordando constantemente el dolor y preguntándonos por qué pasó, no nos va a ayudar a superarlo.
- No te quedes en la autocompasión o culpa.
Uno de los errores más frecuentes que solemos cometer frente a una desilusión amorosa es que nos hundimos en la autocompasión. Nos centramos en nosotras mismas y en lo “desdichadas que somos”, en lo malo que otros nos han hecho y en que somos las víctimas de todo. Quedarnos en la autocompasión nos hace daño, no nos deja ver con objetividad y optimismo nuestra situación, y tampoco nos permite reconocer nuestra culpa en el asunto si es el caso.
Por otro lado, tampoco debemos quedarnos culpándonos o creyendo que la situación que vivimos es porque hicimos algo mal o porque hay algo malo en nosotras. Si tenemos culpa, que es probable en alguna medida, lo que debemos hacer es reconocerla, pedir perdón al Señor y si es necesario, pedir perdón a la persona que está involucrada y dejar allí el asunto. Culparnos día tras día por lo mismo no va a hacer que nos sintamos mejor y tampoco va a arreglar la situación. ¡Ni culpa ni autocompasión!
- No te aísles
Cuando estamos en problemas y más si son de tipo amoroso, una de nuestras primeras reacciones es aislarnos de todos, como si eso ayudara a llevar mejor las cosas. Es como si tuviéramos un chip que se activa en estas situaciones y nos hace huir de todo el mundo. En la actualidad, una de las primeras cosas que queremos hacer o hacemos es cerrar nuestras redes sociales, bloquear a todo el mundo y desaparecer hasta que todo se “arregle”.
Si bien es cierto que en ocasiones necesitamos tiempos a solas y esto es saludable, también es cierto que aislarnos de todo el mundo por períodos prolongados no nos va a ayudar. Dios nos creó para vivir en comunidad y para que podamos ayudarnos unas a otras. Aislarnos aumenta la probabilidad de que caigamos en otros pecados y nos alejemos del Señor. Encerrarnos en nuestro cuarto a comer helado y ver una película romántica para llorar por el amor que no tenemos no nos ayudará en nada.
Nuestra vida sigue y hay amigas que están dispuestas a caminar con nosotras y a levantarnos, no les neguemos la oportunidad de ayudarnos ni nos neguemos la oportunidad de recibir ayuda como si no la necesitáramos.
- Reconoce que lo que estás viviendo hace parte de la vida
Aunque quisiéramos que todo fuera color de rosa, que nunca saliera nada mal y que no tuviéramos ninguna decepción amorosa, la verdad es que nada nos asegura que no pasaremos por esto.
Esta vida no es perfecta, estamos expuestos al sufrimiento y al dolor y debemos entender que esta es una posibilidad para nosotras, que puede pasarnos y que hace parte de estar en este mundo.
Cuando enfrentamos desilusiones recordemos que esto es parte de estar vivos y de tener emociones. El dolor también es un indicativo de que nuestras emociones son reales y que no somos robots.
Esta perspectiva nos ayudará a encontrar el lado bueno del asunto y a agradecer aunque duela el corazón, por todo aquello que tenemos la oportunidad de vivir. También nos recordará que nuestro dolor no es para siempre y que un día será solo un recuerdo del que nos reiremos.
- Confía en Dios y agradece el momento que estás viviendo.
Creo que esta es una de las estrategias más poderosas y de las que más fortalecen el corazón y las emociones en esos días “malos”. Agradecer a Dios por lo que estamos viviendo es reconocer que él es soberano y que, aunque probablemente lo que ha pasado tiene que ver con lo que otra persona nos hizo, con una mala decisión que tomamos o simplemente con que es la manera del Señor de formarnos en algún aspecto, Dios en su soberanía lo ha permitido. Él ha estado al tanto de la situación y esta no se ha salido de su control.
Al confiar en nuestro Dios, en sus promesas, en sus palabras y sus planes para nosotros, podemos sentirnos seguras y en paz a pesar de la dificultad que estamos viviendo. Estos tiempos son perfectos para aferrarnos al Señor y que él, a través de su palabra, nos afirme y nos consuele.
Recordemos que esta vida es pasajera y con ella las decepciones amorosas. Vivamos al máximo cada momento que Dios nos permite aunque no siempre sean momentos felices, ¡disfrutemos del privilegio de estar vivas!
Artículo escrito por Julia // Redacción Purex en Español