¿Alguna vez has oído hablar de la «trampa de la necesidad«? Se trata de un mecanismo mental que automáticamente te hace sentir mal, es esa convicción dentro de ti que te hace ver solo tu necesidad que en ese momento preciso debe ser atendida por el otro, de lo contrario nos sentimos puestos a un lado, no considerados y poco importantes. Pero, ¿por qué definirlo como una trampa?
Seguramente habrás sentido la necesidad de desahogarte con alguien, de querer contarle algo importante a un amigo o, simplemente, querer a una persona a tu lado que te dé la oportunidad de compartir tu vida diaria con ella. Sin embargo, no siempre habrás tenido la forma de satisfacer esta necesidad, de expresar tus sentimientos o tu entusiasmo porque quizás no había nadie disponible para hacerlo.
Es triste cuando nos damos cuenta de esto y muy a menudo pensamos que sucede porque no se nos atribuye ni reconoce un valor, nuestro verdadero valor, pero si, aparentemente, este es el primer pensamiento que surge, quiero mostrarte las cosas desde otra perspectiva.
¿Cuál perspectiva? Aquella que experimentas, cuando empiezas a darle al otro lo que te gustaría recibir.
¿Quisieras recibir atención, tiempo, palabras amables? Bien, pues empieza tú a ser el primero en darlas. Cuando estás ofreciendo lo que quisieras recibir, ya no necesitas ser correspondido. Porque mientras ofreces tu tiempo, el otro lo toma. Escuchas, y el otro habla aprovechando tu disponibilidad, y no creo que exista una mejor manera para sentirte valorado que cuando tienes a alguien frente a ti que te ha elegido para abrir su corazón. Qué honor saber que eres un punto de referencia o un hombro en el que una persona puede venir a llorar libremente. ¿Logras ver las cosas desde otro punto de vista?
Tú das, y en el acto de recibir, el otro te está ofreciendo la posibilidad de dar. Cuando entendemos esto, nuestros sentimientos hacia las personas cambian y se vuelven puros. No juzgamos a las personas porque no nos escuchan, sino que las apreciamos porque nos han elegido como quien les escucha, dándonos un valor inestimable.
Comencemos a vivir desde esta nueva perspectiva y cambiará nuestra forma de ver las cosas y las personas serán una riqueza para nosotros y no un motivo de tristeza.
Artículo de Francesca // Redacción Purex
Traducido por Julián // Purex en Español