En una sociedad en la que las relaciones sexuales son tratadas como meras y banales fuentes de placer, como una forma de explorar, de satisfacer la curiosidad, y como parte de la desenfrenada carrera hacia la gratificación de los impulsos, las voces de nuestras conciencias se levantan, gritando en coro al cielo y a la tierra que… ¡queremos esperar!
Esperar significa focalizar la atención en algo, precisamente en el objeto de nuestra espera, que aunque actualmente no se encuentra a nuestro alcance, se representa en nuestras mentes con un realismo más o menos vívido. Hablamos de esperar una pareja, algunas veces una “mitad”, una persona que llene nuestra vida. Claramente sabemos que solo Dios puede llenar los vacíos más íntimos del corazón humano, pero aquí se trata de esperar a aquel con quien vivir nuestra vida con Dios, con quien compartir nuestro futuro sobre esta tierra. Quien ha tomado la decisión de esperar, es consciente de cuánto vale la pena, de cuánto una vida conforme a los principios de Dios sea capaz de traer una paz sin igual a nuestras mentes y a nuestros corazones.
¿Pero qué tan correcta es esta “espera”? Si la espera implica una representación de algo que aún no está presente, que tal vez deseamos, cuya ausencia nos impide en ciertos casos seguir con nuestra vida, ¿en realidad es correcto vivir “esperando” a la “persona correcta”?
¿Lo correcto no sería vivir y ya? ¿No sería más lindo vivir disfrutando de una fase de la vida en la que podemos estar solos, en la que podemos conocernos a nosotros mismos, excavar en nuestra interioridad y dedicarnos a conocer la vida, adquirir experiencias, y volvernos una mejor versión de nosotros mismos?
Un águila vuela muy en alto hasta que debe estar pendiente de su propio nido. Si no tienes un nido, no desperdicies tu tiempo sufriendo por la espera de alguien con quien construirlo. Si no tienes un nido lánzate, despega, vive la aventura de la vida, vuela más alto de lo que lo hayas hecho hasta ahora, porque cuando tengas tu nido posiblemente querrás quedarte a vigilarlo, ciertamente será hermoso hacerlo, y podrás contarle a quien estará contigo de lo mucho que volaste alto, de cuando superaste las nubes, aquellas dentro de ti, y aquellas que te separaban del cielo.
Artículo de Thomas || Redacción Purex
Traducido por Julián || Purex en Español